En Escocia, los Celtas celebraban el 31 de octubre. Este día significaba el fin de la época de las cosechas y el último día del año, y de esta manera se daba el inicio del invierno. Realizan sacrificios e invocaban a los muertos, con el propósito de favorecer la época que apenas comenzaba.

Los Celtas se disfrazaban con pieles de animales para espantar a los espíritus malignos y darle la bienvenida a los espíritus de sus ancenstros.

Europa, durante el siglo XIV recién se recuperaba del paso de la peste negra, la cual había dejado muchos muertos a su paso, considerándose como un castigo a lo pagano.

Se vive una época de oscurantismo en el que la iglesia católica censura lo que considera maligno. Se establece la luz y la oscuridad como el bien y el mal, clasificando las doctrinas religiosas como formas de regir el diario vivir y el pecado como lo diferente y contradictorio a estos principios.

Por otro lado, la religión comienza a difundir la concepción de la mujer como símbolo de tentación y pecado, la relación que se establece con la brujería y la persecución y eliminación de las mismas por su cercanía con lo maligno.

El enfrentamiento de las diferentes doctrinas religiosas (Islamismo, Judaísmo y Cristianismo) durante las cruzadas y la introducción de nuevos principios.

Por otro lado, la religión comienza a difundir la concepción de la mujer como símbolo de tentación y pecado, la relación que se establece con la brujería y la persecución y eliminación de las mismas por su cercanía con lo maligno.

Desde la religión católica se establece la conmemoración de los muertos el 1 de noviembre, dándole a este día el carácter mágico en el que los muertos pueden acceder al mundo de los vivos.

Los inmigrantes irlandeses que llegaron a Estados Unidos compartieron sus costumbres Celtas y esta fue festividad fue adaptada desde la religión, el contexto histórico y demás celebraciones paganas.